En nuestro país se invierte más en un preso que en un estudiante de bachillerato. Una dura realidad. Mientras la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) destinó $115.00 pesos diarios a un alumno de bachillerato, el Sistema Penitenciario Federal erogó $140.00 pesos al día por reo. El juicio no está sobre la delincuencia, sino en la inoperancia del Estado para abatir el crimen. Es inevitable que en un país como México donde priva el hambre y sobran las carencias, la educación sea lo último que preocupa.
Según el estudio “La transformación del Sistema Penitenciario Federal” de Guillermo Zepeda Lecuona del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), en su apartado “diagnostico”, México gasta más en custodios, alimentos, medicinas, uniformes e inmuebles para los presos, que para los estudiantes mexicanos.
Hace ya 10 días desde que se fugó el narcotraficante más poderoso de México y posiblemente del mundo; 10 días en que la seguridad y la credibilidad del sistema penitenciario se fugaron en el túnel de 1,500 metros por los que Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo” Guzmán, escapó del penal del Altiplano en el Estado de México, el de mayor seguridad en todo el territorio nacional; 10 días que resumen la inoperancia y la corrupción irrisoria del sistema penitenciario, del sistema judicial y de las instancias de seguridad nacional; 10 días que le han costado la de por si inexistente credibilidad al gobierno mexicano y que vuelve a hincar el dedo en la llaga del rezago que existe en el sistema penitenciario mexicano.
Inverosímil es que la burocracia del Sistema Penitenciario Federal haya fallado y lo siga haciendo, todo a pesar de que nada más y nada menos que el 12% del personal penitenciario, es decir 5 mil 404 personas de los 44 mil 938 que trabajan en los subsistemas de seguridad ciudadana y justicia penal, cuiden solamente al 7% de los internos. Vaya disparidad.
La pregunta es: ¿cárceles para qué? Si no hay justicia y la ley parece no cumplirse ¿de qué sirve mantener a los criminales hacinados?
Edilberto Cruz, director del Instituto Mexicano Penitenciario declaró que con la fuga de “El Chapo” Guzmán, el sistema penitenciario mexicano colapsó; nada ha funcionado para detener la ola de violencia desatada por el combate al narcotráfico y tampoco para reducir los índices de criminalidad. En México subsisten muchos estados, excepto el Estado de Derecho; entre los que sobreviven están los Estados paralelos de los Centros de Readaptación Social (CERESOS), Centros Federales de Readaptación Social (CEFERESOS), Cárceles y Penales del país.
De acuerdo con el documento titulado Situación de las Prisiones en América Latina, de la especialista Elena Azaola, investigadora especialista en sistemas carcelarios, el 65% de las prisiones de México padecen “autogobierno”, es decir, han desarrollado estructuras de poder paralelas donde no manda la autoridad, sino los propios reos. La ley del crimen en su máxima expresión.
Es tal la descomposición y corrupción presente en el sistema penitenciario que en apenas 4 años (2009 – 2013), 1,000 reos se han fugado de las cárceles locales y federales mexicanas, además, en 5 años, 600 presos murieron en motines, riñas y otros hechos violentos y delictivos al interior de las cárceles.
Según el mismo informe, más de un cuarto de millón de mexicanos están presos, es decir, 260 mil personas, de las cuales, 95% son hombres, cifra que se incrementó en un 40% durante los últimos 10 años; 5% son mujeres, el doble en el mismo periodo de tiempo. 102 mil personas se encuentran bajo el esquema de “prisión preventiva”, que significa que esperan una sentencia judicial. El sistema legal es lento y corrupto.
La cantidad refleja dos cosas: la descomposición del tejido social y la lentitud e inoperancia del sistema judicial mexicano. Somos el 6º país con mayor población carcelaria en el mundo.
El problema es que el sistema de reinserción y rehabilitación no funciona, muchos de los delincuentes vuelven a reincidir, pues los centros penitenciarios más que un espacio donde los internos puedan recapacitar, son lugares insalubres y abarrotados. La suma total de presos en septiembre de 2014 era de 233 mil 537, 10 mil más que en septiembre de 2014. La capacidad carcelaria de México es para 169 900 personas, lo que significa que hay una sobrepoblación de 64 mil presos.
México urge agilizar su sistema penal, buscar alternativas de reclusión para los crímenes de baja intensidad y sobre todo, combatir a la corrupción que priva aún las estructuras enquistadas en la burocracia. La única forma de prevenir el delito, es con educación.