Dio cátedra de diplomacia y defensa de la soberanía, a Trump.
Por Filomeno Pinedo Rojas
La visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a su homólogo Donald Trump en Washington, puso en evidencia la pobreza intelectual y analítica de los opinólogos y políticos “conservadores” y catapultó la imagen y capacidad del líder mexicano tanto para hacer propuestas como para reivindicar la dignidad de los mexicanos de aquí y de allá.
Primero. A propósito del TEMEC, y evidenciando que tanto México como Estados Unidos tienen inmensas pérdidas porque importan mas de lo que importan, López Obrador expuso algo inobjetable: que “los volúmenes de importaciones que realizan nuestros países del resto del mundo, pueden producirse en América del Norte, con menores costos de transporte, con proveedores confiables para las empresas y con la utilización de fuerza de trabajo de la región.”
Que, además, se pueden “atraer inversiones de otros lugares del hemisferio a nuestros países, siempre y cuando se cumpla con los principios de producir mercancías de elevado contenido regional y de procurar condiciones salariales y laborales justas para los trabajadores del país exportador o importador de bienes de consumo.”
Segundo. Reivindicando al mundo del trabajo frente a los empresarios expresó: México tiene algo sumamente valioso para hacer efectiva y potenciar la integración económica y comercial de la región; me refiero a su joven, creativa y responsable fuerza laboral. “No olvidemos que la participación de los trabajadores en los procesos productivos es igual de importante que el papel de las empresas.” Leyó usted bien, que los empresarios, con sus empresas, no valen más que los trabajadores.
Tercero. Primera cachetada con guante blanco: “con acuerdos como este y con respeto a nuestras soberanías, en vez de distanciarnos estamos optando por marchar juntos hacia el porvenir. Es privilegiar el entendimiento, lo que nos une, y hacer a un lado las diferencias o resolverlas con diálogo y respeto mutuo.” Si, respeto mutuo ¿me estas oyendo?
Agregó que ciertamente, en la historia de nuestras relaciones, “hemos tenido desencuentros y hay agravios que todavía no se olvidan”, (¿me sigues oyendo?), pero, “también hemos podido establecer acuerdos tácitos o explícitos de cooperación y de convivencia”.
Cuarto. Reivindicación y dignificación a los mexicanos que han emigrado a US. “La vecindad y las circunstancias económicas de ambas naciones han impulsado de manera natural un proceso de migración de mexicanas y mexicanos hacia Estados Unidos y se ha conformado, aquí, una comunidad de cerca de 38 millones de personas, incluyendo a los hijos de padres mexicanos. Se trata de una comunidad de gente buena y trabajadora que vino a ganarse la vida de manera honrada y que mucho ha aportado al desarrollo de esta gran nación”, (no de violadores y delincuentes, ¿aún me sigues escuchando?)
Quinto. Y no es regaño. “usted ha seguido, en nuestro caso, el sabio consejo del ilustre y prudente George Washington, quien advertía que “las naciones no deben aprovecharse del infortunio de otros pueblos” (¿verdad?). Usted no ha pretendido tratarnos como colonia, (¿verdad?) sino que, por el contrario, ha honrado nuestra condición de nación independiente. Por eso estoy aquí, para expresar al pueblo de Estados Unidos que su presidente se ha comportado hacia nosotros con gentileza y respeto. (No se ponga colorado). Nos ha tratado como lo que somos: un país y un pueblo digno, libre, democrático y soberano.” (porque eso somos, ¡he dicho!).
Claro que ahora los opinólogos deberán enderezar su discurso a otro lado porque lo real, López Obrador representó digna y magistralmente a los mexicanos. Solo los enemigos a ultranza de la 4T dirán lo contrario.