Investigadores del Área de Ciencias Forestales de la Universidad Autónoma Chapingo dieron a conocer que debido a que en México cerca de 300 mil hectáreas forestales reportan, anualmente, cambio de uso de suelo ya sea para vivienda o producción agrícola por parte de sus propietarios, esta casa de estudios impulsa en las comunidades las “parcelas agroforestales” en las que se combina la agricultura, la acuicultura y la actividad forestal para ofrecer una alternativa económica de sobrevivencia, reducir los efectos del cambio climático, evitar la tala y arraigar a sus habitantes.
Lo anterior también debido a que las políticas públicas de reforestación han demostrado su fracaso por décadas ya que del 100 por ciento de lo que se planta sólo sobrevive el 40 por ciento como resultado de una falta de seguimiento a los programas y equívocos en lo que se planta por región geográfica afectada.
Al dar a conocer el Programa de Parcelas en Manejo de Recursos Naturales para el Eco-Desarrollo de comunidades, municipios, estados y ciudades en busca de la conservación del agua, el suelo y la vegetación que impulsa Programa de Especial de Extensión y Vinculación 2016 de esta Universidad, los especialistas indicaron que esta acción tiene la capacidad de convertirse en política pública y puede extenderse, de inmediato, a Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Michoacán donde se reporta una alta falta de árboles e incluso a la Ciudad de México en zonas de ladera, en las delegaciones rurales y marginales, para evitar deslaves.
Esta acción es necesaria, indicaron Isidro Villegas Romero, Guillermo Carrillo Espinoza y Jesús Manuel Cabrera Delgado, investigadores de la División de Ciencias Forestales de la UACH, si se considera que la marginación en que están más de cinco millones de personas en zonas forestales recurren a la renta de sus tierras o a la tala de árboles para sobrevivir.
En entrevista, Isidro Villegas Romero, Investigador de la División de Ciencias Forestales de la Universidad Autónoma Chapingo, el Programa antes citado implementa alternativas de solución, mitigación y/o adaptación a la problemática ambiental en marcha y manifestada por la tendencia a una mayor degradación ambiental y menor disponibilidad del recurso agua mediante la transferencia de tecnología.
De acuerdo a la Conafort, dijo, hasta el 2014, existían 50 mil hectáreas de terreno forestal que requieren alguna actividad de restauración pero además existen 18.2 millones de hectáreas que son prioritarias y que demandan atención por el nivel de deforestación.
Comentó que tan sólo en el municipio de Texcoco, se reportan 23 mil hectáreas de uso forestal de las cuales se reconocen 17 mil hectáreas degradadas por lo que ahí ya se inició la reforestación con especies netamente forestales y frutales en favor de 17 comunidades de carácter rural a fin de que cuenten con un interés económico que los motive a recuperar la cultura vegetal arbórea.
Indicó que se establecieron tres especies de pinos, encinos y cedro blanco, propias de la región para que la comunidad las retome así como especies frutales tales como la manzana, el durazno, el tejocote y el capulín, como parte de las parcelas agroforestales que son lo más recomendables para zonas con cambio de uso de suelo de forma anárquica, severa y desordenada.
Por su parte, Guillermo Carrillo Espinoza, también investigador de Ciencias Forestales de la UACH, dijo que es importante que el Gobierno Federal, instituciones y ciudadanos se coordinen para revertir el cambio climático en el Valle de México y a nivel nacional.
Comentó que a pesar de que durante décadas han existido muchos programas de reforestación, se han plantado en teoría millones y millones de plantas a nivel nacional, desgraciadamente éstos han carecido de éxito.
Lo anterior porque “la supervivencia de éstas plantas no rebasa ni el 40 por ciento, lo que muestra una deficiencia porque un arbolito es como un niño, no nada más hay que ir a plantarlo, hay que darle mantenimiento, hay que cuidarlo a través del tiempo para que se pueda establecer”.
Además, añadió, hay que considerar que, en estas políticas públicas fallidas, se han introducido especies que no son de la zona y por lo tanto carecen de la garantía de supervivencia.
Sostuvo no existe una política pública congruente de reforestación pues del 100 por ciento de lo que se planta, sólo el 40 por ciento logra sobrevivir y representa “echar todo a la basura porque se desperdician muchos recursos: para producir la planta, establecerla y plantarla pero desgraciadamente no tienen seguimiento”.
Precisó que una política viable de reforestación se da desde la producción de la planta hasta cinco años después de haberse plantado el árbol, de tal suerte que de mantener esta dinámica de deforestación se agudizará, en no más de 10 años, el desequilibrio ecológico y la degradación del suelo con sus consecuencias como disminución de fauna y vegetación.
Por ello, se implementa en las comunidades las parcelas agroforestales en las que se combina la agricultura, la acuicultura y la actividad forestal para que la gente de campo vea la importancia que tiene pues “la gente dice: necesito comer y no le voy a dar una mordida al árbol, pues voy a tirar el árbol para poder sembrar frijolito y habas, maíz, avena entonces una alternativa combinada favorece la economía local y arraiga a la gente”.
En tanto, Jesús Manuel Cabrera Delgado, también investigador de Ciencias Forestales, comentó que la agro-forestería busca la restauración hidrológica forestal de acuerdo al tipo de suelo de cada región de tal suerte que el programa puede trasladarse a regiones como Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Michoacán donde se reporta una alta falta de árboles.
Los beneficio de estos proyectos enfocados a un servicio ambiental se reflejan de cinco a siete años porque con él se logra un prendimiento, es decir que si se habla que una especie forestal tiene una sobrevivencia del 40 por ciento, la Universidad Autónoma Chapingo con el Programa se garantiza un 80 y 90 por ciento.