Francisco Chew Plasencia, dirigente del Movimiento Social por la Tierra, dijo que a un mes de haber tomado posesión de la presidencia en los Estados Unidos, Donald Trump, mantiene la incertidumbre de renegociar o salirse del TLCAN, por lo que el Gobierno de México debe hacer un cambio de política económica, cancelar el Tratado de Libre Comercio y crear una política nacional de producción de alimentos.
Advirtió que esto debe concretarse antes de julio cuando se cumplen los 200 días de la presidencia Donald Trump, pues en esa fecha decidirá, el mandatario estadounidense, si renegocia o sale del TLCAN. “Para que esperar a ver lo que decide, el Presidente Enrique Peña Nieto está obligado a proteger al país”.
En entrevista, el dirigente de MST, hizo ver al gobierno mexicano que luego de 23 años de TLCAN, el campo mexicano se encuentra “tan deteriorado” como en 1933, es decir, más de 70 años de atraso en tecnología y bienestar social, y 27 millones de campesinos carecen de ingresos para adquirir una canasta básica de alimentos.
Aseguró Francisco Chew Plascencia, que apenas 3 millones 954 mil personas del sector rural pueden llevar alimento a sus hogares; otras 27 millones 480 mil personas, no tienen acceso a una canasta básica, y hay que agregar el daño que causó el llamado “gasolinazo” que tan sólo en lo que va de este año aniquiló el “mísero” incremento al salario mínimo.
Sentenció el dirigente campesino que las familias rurales “tienen una pérdida del 44 por ciento de su ya deteriorado nivel de vida”.
Señaló que si Estados Unidos deja el TLCAN, la demanda interna podría ser incentivada también con el propósito de compensar el que pudiéramos perder parte del mercado de esa nación.
Si se pierde parte de la participación en el mercado estadounidense, se tendría que buscar otras alternativas para los productos agroalimentarios nacionales, tales como China, la India, la Unión Europea, Japón, entre otros, lo que puede generar nuevas oportunidades para México, ante el nuevo entorno comercial, consideró.
Sin embargo, opinó, el negociar nuevos acuerdos comerciales o el actualizar los existentes podría tomar varios años, por lo cual sería importante trabajar apresuradamente con esa finalidad.
Dejó en claro la urgencia de México de dejar de ser dependiente de los alimentos que se importan de la Unión Americana. En ese sentido, detalló que las importaciones de maíz amarillo desde el norte se incrementaron de 121 mil toneladas en 1992/1993 a casi 4 millones en 2003/2004, y se aceleraron a partir de 2008, año en que quedaron libre de arancel, hasta alcanzar la cifra actual de alrededor de 12 millones de toneladas.
En 1992/1993 éramos el cuarto principal destino, mientras que en 2015/2016 somos el más importante comprador de maíz amarillo de los Estados Unidos. Adquirimos el 34 por ciento de las 35 millones de toneladas que exportaron, lo cual nos costó más 2 mil millones de dólares en 2015/2016 lo que representa el 13 por ciento del total de los 17.7 mil millones de dólares que importamos en productos agroalimentarios desde ese país.
Otro ejemplo de las importaciones es el valor de nuestras compras de soya y derivados provenientes del norte pues se incrementó de casi 500 millones en 1992/1993 a 2.4 mil millones de dólares en 2015/2016. En este reciente año fiscal representaron casi el 14 por ciento del total de las importaciones agroalimentarias provenientes de Estados Unidos.
El reto, dijo, debe convertir nuestra economía pues la economía nacional no puede depender de otro país, y no porque lo digamos nosotros sino porque la realidad se ha impuesto de un mercado como el TLC que no puede depender de acuerdos como transpacífico que para imponerlo se aplica el despojo entregando la propiedad intelectual de los connacionales.