Académicos, investigadores y estudiantes de la Universidad Autónoma Chapingo coincidieron en señalar que esta casa de estudios rebasa obstáculos como delincuencia organizada, huracanes, sequías o temblores para hacer llegar a los campesinos más pobres del país herramientas agroecológicas generadoras de alimentos y economía local por lo que consideraron necesario seguir impulsando el desarraigo hacia el paternalismo gubernamental y sí exigir un mercado y comercio más justo en materia agrícola.
Lo anterior al analizar más de 16 experiencias en campo a través de servicios universitarios en comunidades rurales de Oaxaca, Morelos, Tlaxcala, Puebla, Colima, Michoacán, Guanajuato y Tabasco con acciones como producción de jitomate, trigo, huertos orgánicos, melón, copal, chile habanero y conservación de recursos naturales así como reproducción de flora y fauna además de reactivación de la artesanía en talavera.
En el marco del Tercer Foro Campesino donde se celebró el XVIII Foro de Servicio Universitario, consideraron que si no hay incentivos a los productores psicológicos, sociales y económico, es complicado mejorarles su calidad de vida de ahí el acompañamiento que alumnos e investigadores de la UACh deben dar a este sector poblacional ya que los funcionarios gubernamentales “montan el proyecto productivo y se van sin preparar a la gente antes y sin evaluar los resultados posteriores del mismo”.
Durante las ponencias, los investigadores reiteraron que se carece de una política de estado enfocada exclusivamente al pequeño y mediano productor así como al indígena respetando y conociendo su cultura, sus usos y costumbres por lo que la atención no pasa de ser meramente asistencialistas.
Como ejemplos están el que mostró José Luis Contreras Ferrat del Departamento de Talleres Culturales de la UACh quien aseguró que en su trabajo de capacitación artística para artesanos ceramistas de talavera en San Pablo del Monte, comunidad colindante entre Puebla y Tlaxcala han tenido que enfrentarse a escenarios peligrosos como la existencia de bandas dedicadas a la trata de blanca.
Indicó que es interesante observar cómo se mezclan los grupos en cuestión con los artesanos sin generar conflicto pero sí mezclando cultura y arte pues en dicha localidad crecen las edificaciones de estilo barroco-moderno y en la talavera se plasma la fijación estética de los desnudos femeninos en un poblado donde es conocida la existencia de “padrotes”.
Otros casos son las divisiones entre pobladores por vínculos políticos con los que tienen que lidiar y superar los investigadores de Chapingo hasta convencer a las comunidades rurales e indígenas de la conveniencia de operar con independencia los proyectos productivos tal como lo dijo Rita Schwentesius Rindermann, investigadora de esta casa de estudios al hablar de su experiencia en Loxicha, Oaxaca.
En tanto, Elvia López Pérez, especialista en Zootecnia de la Universidad y quien operó un plan de manejo de flora y fauna en la comunidad de Tulimán, Zacatlán, Puebla, expuso su preocupación por el robo indiscriminado que de ésta riqueza hacen funcionarios del gobierno local y turistas que arriban a esta región boscosa dejando sin patrimonio natural a los pobladores.
Precisó que el asesinato de animales silvestres se da por ignorancia e indolencia lo que ha mermado en mucho la fauna de la región aun cuando ésta llega a tener un alto valor en el mercado como son los gilgeros que llegan a cotizarse hasta en 500 pesos o una abronia, planta nativa que vale hasta 500 euros en el mercado europeo.
Lo mismo pasa con el copal en el estado de Huautla, Morelos, donde Enrique Cortés Díaz, investigador de la UACh, dijo que a pesar del trabajo de reforestación que hacen un grupo de campesinos, éstos se ven afectados por las imposiciones de la industria quien pretende fijarles el precio de su producto a menos de 500 pesos el kilo cuando este aromatizante no solo sirve para actos ceremoniales sino también para la elaboración de shampoos, cremas, aceites entre otros.
El melón, el chile habanero o el jitomate también tienen su historia y problemática al interior de las comunidades que lo producen pero llama la atención la realidad en la producción de trigo ya que además de ser deficitarios en trigo blando, de uso en la elaboración de pan y galleteas, el productor se tiene que sujetar a que la industria le fije el precio por tonelada en no más de 3 mil 800 pesos, indicó Manuel Vargas Salgado investigador de la máxima casa de estudios agropecuarios del país.
Consideró que si el precio del trigo se ubicara de acuerdo a los precios internacionales de Europa y al de la bolsa de Chicago, este grano para México tendría un valor, por tonelada, superior a los 11 mil pesos lo que haría rentable esta actividad en el campo y la alejaría del riesgo de desaparecer en el mediano plazo.